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ARQUITECTURA POPULAR

La arquitectura popular de la región se puede considerar como la forma más directa de expresión formal que tiene el pueblo y la fuente más objetiva por la que podemos conocer la forma de vida de sus habitantes.

Aunque destacan numerosas edificaciones en la comarca, el “Conjunto Histórico de Magacela” (Bien de Interés Cultural) sobresale por la singular arquitectura de sus viviendas, adaptadas a la tortuosidad del terreno. Sus calles estrechas, abruptas y retorcidas, flanqueadas por casitas de color blanco, conforman un entorno agradable de singular belleza. Se encuentra enclavado sobre una escarpada colina rocosa, situada en el extremo occidental de las llanuras de la comarca de La Serena, en la provincia de Badajoz.

Durante la época prerromana aquí se situó un castro que fue luego reutilizado por los posteriores pueblos romanos y musulmanes.

Más tarde, durante el periodo de dominación árabe, la ciudad de Magacela fue rodeada por una muralla doble que contenía el castillo y una mezquita, que luego sería reconvertida en la iglesia de Santa Ana, tras la ocupación cristiana de la urbe.

En Magacela, las manzanas o agrupaciones de edificios son de reducidas proporciones, presentando abundancia de quiebros, alineaciones, volúmenes y niveles, como consecuencia de su adaptación a la topografía del terreno. Las calles irregulares, estrechas, retorcidas y empinadas del municipio dotan de gran singularidad al conjunto. Las viviendas son pequeñas y se organizan aleatoriamente sobre el escabroso terreno.

En las fórmulas constructivas perduran, bajo las peculiaridades que definen la arquitectura popular de la región, aspectos que evocan los modos de tradición morisca. Numerosas casonas y palacios de finales del siglo XV y XVI, con bellas portadas graníticas, se alinean junto a creaciones de los siglos XVII y XVIII, con rejerías y blasones que recuerdan los linajes de otras épocas, dando lugar a un conjunto plástico e histórico del más destacado interés.

En la zona alta, dentro del núcleo histórico, perduran la ermita de San Antonio, la casa del Intendente Real de la Orden de Alcántara y otros edificios singulares.

Hoy día Magacela es un pueblo de gran encanto, con calles estrechas, tortuosas y empinadas, flanqueadas por blancas e impolutas viviendas con un estilo arquitectónico propio, adaptadas a la tortuosidad del terreno. Perderse por las callejas, callejones y recovecos de Magacela es una agradable experiencia, alejada de las aglomeraciones de las grandes ciudades.